ORACION EN TIEMPOS DE AFLICCIÓN



El servidor de Dios, oprimido por el pecado y angustiado por la muerte, pide ayuda a Aquel que es todo bondad.

Señor, inclina tu oído y óyeme, porque soy pobre y desamparado.

Protégeme, ya que soy devoto tuyo. 
Salva a tu siervo, ya que confía en ti.

Tu eres  mi Dios, ten piedad de mi, que te ruego sin descanso.

Alegra a tu siervo cuando a ti levanto mi alma.

Tu, Señor, eres compasivo y bueno, lleno de bondad con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración, presta oído al clamor con que te ruego.

A ti clamo en el día de mi pena, tu me respondes.

No tienes igual entre los dioses, Señor, y no hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor.

Para decir que tu eres grande y haces maravillas: tu solo eres Dios.

Dios mío, enséñame tus caminos, para que así ande en tu verdad; pon en mi corazón el temor a tu Nombre.

Yo te celebrare con toda el alma, y glorificare tu Nombre eternamente.

Porque tu piedad conmigo ha sido grande, me sacaste del abismo de la muerte.

Oh Dios, los soberbios me atacan, una banda de violentos busca mi muerte; son ente que no te hace caso.

Pero tu, señor, Dios mío, eres bueno y compasivo, lento para enojarte pero rico en bondad.

Mírame y apiádate de mi, dale fuerza a tu siervo y salva al hijo de tu sierva.

Demuéstrame tu bondad y que mis enemigos se avergüencen, Señor, al ver que tu me ayudas y me consuelas.

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EL JUICIO Y LA VENIDA DE CRISTO

Ustedes han de reconocer en estas pruebas un justo decreto de Dios; porque deben mostrarse dignos de ese Reino de Dios por el cual ahora padecen.
Es justo que Dios devuelva sufrimientos a los perseguidores, mientras que a ustedes los perseguidos les de el descanso con nosotros, en el día en que se manifieste glorioso el Señor Jesús. El vendrá del Cielo, rodeado de sus conde de ángeles, llevando la llama ardiente para castigar a los que no reconocen a Dios, y no obedecen el Evangelio de Jesús, nuestro Señor.

Serán condenados a la perdición eterna lejos del rostro del Señor y de su poderosa Gloria. En aquel día, el Señor será glorificado en la persona de sus santos y lo admiran en todos aquellos que creyeron: entre los cuales están ustedes, que han acogido nuestro testimonio.
Pensando en esto, rogamos a cada momento por ustedes; que nuestro Dios los haga dignos de su llamada, y que, por su poder, lleve a efecto los buenos propósitos que forman ustedes, y les conecta tener una Fe activa y eficiente. De ese modo, el Nombre de Jesús nuestro Señor será glorificado a través de ustedes y ustedes lo serán en el, según el plan bondadoso de nuestro Dios y de Cristo Jesús, el Señor.



Hermanos, hablemos de la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor, y del día en que nos reunamos con el, Les ruego que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se asusten como si fuera inminente el Día del Señor, aunque se les anuncie por revelación o por una palabra espiritual o se les diga que nosotros mismos escribimos al respecto. No se dejen engañar de ninguna manera.
Primero tiene que producirse la apostasía. Entonces aparecerá el hombre del pecado, instrumento de las fuerzas de perdición, el rebelde que ha de levantarse contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece respeto, llegando hasta poner su trono en el templo de Dios y haciéndose pasar por Dios.
¿No recuerdan que se lo decía cuando estaba con ustedes? Ustedes, pues, saben lo que ahora lo detiene, luego se manifestara a su debido tiempo. Ya esta obrando el ministerio de la maldad, pero falta que desaparezca el que lo detiene. Entonces se manifestara el Rebelde que el Señor ha de barrer con el soplo de su boca y al que destruirá en el esplendor de su venida.

Al presentarse este Sin-Ley, con el poder de satanás, hará milagros, señales y prodigios al servicio de la mentira. Y usara todos los engaños de la maldad en perjuicio de aquellos hombres que han de perderse, porque no acogieron el amor de la Verdad que los llevaba a la salvación. Por eso Dios les dirigirá las fuerza del engaño que los lleven a creer en la mentira; así llegaran hasta la condenación todos aquellos que no quisieron creer en la verdad y prefirieron quedarse en la maldad.


¿Lo compartes? Dios Te Bendiga

IMITEN A DIOS

Como hijos amadísimos de Dios, esfuércense por imitarlo, Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amo a ustedes. El, en vedad, se entrego por nosotros y vino a ser la ofrenda y la victima sacrificada, cuyo buen olor sube a Dios. Y, por cuanto son ustedes santos, no se hable de inmoralidad sexual, o de codicia, o de cualquier cosa fea: ni se nombren entre ustedes. Lo mismo respecto de las palabras vergonzosas, de los disparates y tonterías. Nada de eso les conviene sino mas bien dar gracias a Dios.

Sépanlo bien: ni los corrompidos, ni los impuros, ni los explotadores, que sirven al dios del dinero, tendrán parte en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie los engañe con razonamientos huecos, ya que son estos los pecados que Dios se prepara a condenar en aquellos que no obedecen. No se metan con esa gente. En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero en el presente son luz en el Señor. Pórtense como hijos de la luz: los frutos de la luz son la bondad, la justicia y la verdad bajo todas sus formas.

Sepan hallar lo que agrada al Señor, y no tomen parte en las obras estériles de las tinieblas; al contrario, denúncienlas. Es cierto que da vergüenza incluso decir lo que esa gente hace a escondidas, pero, en cuanto es denunciado por la luz, todo se aclara. Mas aun: lo que fue aclarado llega a ser luz. Por eso se dice:
«Tu que duermes despiértate,
levántate de entre los  muertos,
y la luz de Cristo brillara sobre ti.»


 Fíjense como se comportan ustedes. No anden como tontos sino como hombres responsables. Sepan aprovechar el momento presente, porque estos tiempos son malos. Por eso, no se dejen estar, sino que traten de comprender cual es la voluntad del Señor.

No se emborrachen: el vino lleva al libertinaje; mas bien llénense del Espíritu Santo. Júntense para rezar salmos, himnos y canticos espirituales. Canten y celebren interiormente al Señor, dando gracias a Dios Padre, en nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, siempre y por todas las cosas.
Sométanse unos a otros por consideración a Cristo.







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